Temps mort

Curaduría de Guerrilla

Un proyecto de Oficina Particular

T.MUERTO. 1 El vacío entre dos actividades, o la espera de algo. 2 En algunos deportes como el baloncesto, suspensión momentánea del juego solicitada por uno de los entrenadores para dar instrucciones a su equipo.

Diccionario de uso del español, María Moliner

Curaduría de guerrilla es un programa curatorial y de exhibición pensado originalmente para la vitrina de una tienda en una colonia vecina. Como plataforma, responde a la conjunción de cierta “incertidumbre pandémica” y los intereses compartidos por un grupo de gestores ocupados en temas como lo común, la cooperación y la generación de vínculos productivos desde el arte. Oficina Particular convoca a curadores y artistas a adaptar modelos e iniciativas lúdicas de exhibición para reflexionar críticamente –pero desde el gozo de la colaboración– acerca de las contradicciones y las posibilidades latentes dentro del llamado “sistema del arte”. Tras un año de habitar los abarrotes La Esperanza, las coincidencias y el trabajo compartido nos trajeron hasta este nuevo espacio, manteniendo un componente esencial para nosotros: la posibilidad conectar con la calle, con el paseo y el encuentro desde un escaparate.

Temps Mort es el tercer montaje de Curaduría de Guerrilla para esta ventana habitable. La pieza forma parte de una búsqueda más amplia de abstracción gráfica del paisaje que Julien Devaux lleva a cabo como parte de su trabajo artístico. Con esta imagen infinita, Devaux nos invita a la suspensión: de nuestras labores, de la lista de pendientes, del andar citadino, de los pensamientos. Quedar detenidos en el suspenso de una aterdecer silencioso, eterno, siempre en el mismo lugar pero siendo. Contemplar un atardecer que no termina de ser mientras es, y pausamos. Esperar nada. Dejarse hipnotizar. Un escape contemplativo.

El video funciona aquí como “una postal meditativa en la cual el movimiento y la inmovilidad se unen en una dimensión paralela”. Una especie de portal a un estado de supresión momentánea, con un tiempo detenido, y detenidos nosotros. “El sonido ya desapareció”, nos dice Devaux: “El sol se quedó suspendido a medio cielo, dejando el mar solo continuar con su movimiento perpetuo”.

Pasados dos años de pandemia, el mundo parece haber recuperado su ritmo enfurecido y veloz. Hoy, la ciudad no deja de sonar, pero aquí estamos pausados en tiempo fuera, como si se tratara de una estrategia prestada del deporte para tomar aire y replantear caminos. Temp Mort parece recordarnos que no deberíamos esperar las crisis inminentes –y sus consecuentes tragedias– para parar, hacer nada, estar.

Tania Ragasol Valenzuela